Padre Celestial, a medida que tejemos nuestro camino a través de la vida, ayúdanos a discernir lo que te agrada, y cómo podemos alcanzar los cielos en nuestra comunión diaria, con nuestros hermanos y hermanas. Ayúdanos a aprender de nuestra experiencia de vida lo que nos ayuda a vivir amando. Te agradezco Jesús por este rato de diálogo contigo. Sé que la misión es ardua y por eso hoy te quiero ofrecer el esfuerzo que me pueda suponer el ayudar a los demás a conocerte. María Santísima, en tus manos encomiendo mi apostolado de este día.