que ese espíritu del resucitado nos anime a todos a ver en esta Iglesia ese mundo querido y deseado por Dios como testimonio hecho vida y no discurso sino testimonio de vida con los demás, de cuidado y de atención de vida para todos. Hermanos, tengan ustedes una fiesta de pentecostés viva y eficaz ahí en la tarea que el Señor nos colocó. Hasta pronto.