Señor Jesús, tú lo sabes, es el Amor Propio, el espíritu de soberbia, de presunción, de vanidad;
que me pueda deshacer de él, de una vez para siempre, o si esto es imposible, que al menos lo
tenga sujeto, de modo que yo, más libre en mis movimientos, pueda incorporarme a los
valientes que defienden en la brecha tu santa causa, y cantar contigo el himno de la salvación”.
Amén.