Queridos hermanos, una vez que escuchemos la Verdad de Dios, debemos vivir por esa verdad - y no quedarnos callados como hicieron en aquel tiempo los escribas y fariseos al escuchar a Jesús hablándoles. Debemos estar siempre listos para decir: “Si! Mi Señor! Aquí estoy. Dispuesto a seguirte. Guíame. Enseñame a vivir de acuerdo a Tu Ley Sagrada. Vacíame de mí para que pueda llenarme de Tí. Tuyos somos y tuyos queremos ser. Amén.