Padre celestial, tú que enviaste a tu Hijo Jesús a formarnos, a guiarnos y sanarnos, sana nuestras debilidades, transfórmalas en seguridad al hablar y compartir de ti, que sea tu voz la que se escuche y no la mía, que sea tu presencia la que nos dé el ímpetu a seguir; y que el miedo al rechazo no nos desaliente. Te lo pedimos en nombre de Jesús. Amen
En aquel tiempo, cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.
Seguir a Jesús de una manera clara y concreta, presupone una capacidad de renuncia a muchas realidades humanas, que, aunque aparentemente están en orden a nuestra realización como hijos amados de Dios, terminan siendo un obstáculo en este noble propósito. La pauta ideal, desde el ámbito de Dios para atender de la manera debida cada una de estas realidades humanas, tan legítimas en cada uno de nosotros, nos la da el mismo Espíritu de Dios.
Gracias Señor por la vida. Te agradecemos aún cuando estamos en las tinieblas de la muerte, porque creemos que tú nos salvas, y nos levantas, en unión con tu Hijo quien resucitó de la muerte, y vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
San Vicente de Paúl, Ruega por nosotros.
Entonces, Juan le dijo: “Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros”. Pero Jesús respondió: “No se lo prohiban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes”.
Abraham le dijo: 'Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen'. Pero el rico replicó: 'No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán'. Abraham repuso: 'Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto'".
En aquel tiempo, como todos comentaban, admirados, los prodigios que Jesús hacía, éste dijo a sus discípulos: “Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”.
Pero ellos no entendieron estas palabras, pues un velo les ocultaba su sentido y se las volvía incomprensibles. Y tenían miedo de preguntarle acerca de este asunto.
Que sea Jesús mismo llenándonos de su amor para que podamos responder a su llamado con amor, y así poder decir que Jesús es nuestro salvador el Hijo de Dios, el que nos liberó de nuestras culpas y dio la salvación. Amen
Señor, ayúdanos a no ver la vida como algo monótono y sin sentido, sino como la oportunidad de edificar contigo tu Reino eterno. Amén.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos pu¬bli¬canos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Cerremos esta reflexión con el Salmo del día de hoy: “Enseñame, Señor, a cumplir tu voluntad. Dichoso el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dame nueva luz para conocer tu ley y para meditar las maravillas de tu amor. Enseñame, Señor, a cumplir tu voluntad. He escogido el camino de la lealtad a tu voluntad y a tus mandamientos. Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. Enseñame, Señor, a cumplir tu voluntad. Guíame por la senda de tu ley, que es lo que quiero. Cumplir tu voluntad sin cesar y para siempre.
Señor, cuando la llama de mi lámpara tiemble y se desvanezca, fortalece su brillo y déjame que
nuevamente sea un portador de luz, un guía de esperanza para todos aquellos con que me
encuentre diariamente. Amén.
“Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el ciento por uno”. Dicho esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”
En aquel tiempo, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.
Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre”. Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.
“Oh Dios, Tu deseaste que tu Hijo Unigénito sufriera la crucifixión para traer la salvación a la humanidad. Concédenos que nosotros, que hemos conocido su misterio en la tierra, merezcamos cosechar las recompensas de la redención en el cielo”. Amén.
Señor Jesús, danos un corazón como el tuyo, capaz de conmoverse ante el dolor del otro. Amén.
Señor Jesús, un discipulado maduro es costoso. Los cristianos hoy enfrentamos muchas tormentas. Sin una base firme estamos en peligro de ser arrastrados por la cultura. Tú me buscas y me conoces, por tanto, concédeme la sabiduría y la fuerza para oír tu palabra y vivir de acuerdo con tu verdad. Tú eres mi único fundamento seguro en momentos de angustia y agitación. Amen.
Amado Padre, mantiene en nosotros viva la llama de Tu Amor. Crea en nostros el deseo de conocerte más y las ansias de proclamar cuan grande es Tu Nombre. Encamina nuestras vidas para que todo lo que nuestros labios proclamen sea lo que Tu quieras que proclamemos. Tuyos somos… y tuyos queremos ser. Amén
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos.
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.
Señor, Jesús, por la intercesión de san Pedro Claver, que supo servir a los pobres y esclavos con un corazón desapegado este mundo, enséñanos por tu Santo Espíritu a predicar la Buena Nueva del Reino y a tender a los necesitados que están a nuestro alcance. Amén.
Dios omnipotente de sabiduría y poder, ayúdame a ser un buen instrumento para que tu palabra continúe hasta la eternidad, para que la vida de Jesús no haya sido entregada en vano, manda su santo Espíritu , que se derrame en el alma y corazón de tu pueblo para tus apóstoles se fortalezcan y se sientan comprometidos a orar con fervor y ser los misioneros de hoy. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen