Oremos juntos el Salmo Responsorial: “Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga Su Santo Nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no olvides de Sus beneficios. Bendice al Señor, alma mía. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; Él rescata tu vida del sepulcro, y te colma de amor y de ternura. Bendice al Señor, alma mía.” (Sal 102, 1-2. 3-4) Amén.