Señor, te pedimos que nos permitas tener el corazón de un niño, para que podamos reconocer todo lo que nos regalas día tras día, para que podamos aceptar y ejercer humildemente nuestra llamado a ser profetas, para que podamos entender que en tu infinito amor siempre vas a querer lo mejor para nosotros, razón por la cual debemos obedecer tus mandatos y poner toda nuestra fe en ti. Amén.