Queridos hermanos y hermanas, abramos nuestro corazón y nuestra mente al Espíritu de Dios y dejémonos guiar por El para tener una experiencia viva, concreta, y verdadera con Jesús; que transforme nuestras vidas y nos lleve a vivir en comunidad. Pidamos a Maria Santísima, nuestra madre, que nos ayude alcanzar la gracia y los dones del Espíritu Santo. Que así sea.