Lo mismo constató san Pablo observando la realidad de los primeros creyentes de la comunidad de Corinto. El cristianismo inicio entre las personas pobres trabajadoras y no en las clases sociales altas o ricas, que consideraban la propuesta cristiana como una locura. La tentación del hombre es la de buscar la salvación en sus propios recursos técnicos, producto de su inteligencia. Olvida que la salvación es una oferta gratuita de Dios. La salvación es el mismo Jesús. Acojámoslo en la celebración de la eucaristía y pidámosle que nos haga experimentar la alegría de las Bienaventuranzas.