Que también nosotros aprendamos a compartir nuestras alegrías con los demás, no podemos guardar una alegría, un milagro que Dios hace en nuestra vida solamente para nosotros, esto es para compartir, para dar el testimonio, un buen testimonio alegría, de los milagros que Dios hace en nuestras vidas. Podemos compartir también con otras personas las tristezas, porque no, el Evangelio no nos habla de la tristeza, estamos alegres; pero estamos llamados a cruzar las calles, pasar los cerros como María a buscar a la gente que necesita una gran y nueva noticia del Evangelio, hay mucha gente alrededor de nosotros que lo necesita y también aprendemos de Santa Isabel: recibir una gran noticia del otro, no estar celoso porque a alguien le sale algo bien en la vida, porque Dios hace milagros y yo estoy triste y no me sale nada, que siempre estoy enfermo o enferma; no, compartamos también la alegría con los demás, porque la otra persona que nos viene con el Evangelio, que también quiere decirnos: “Mira, en tu vida también Dios puede hacer muchos milagros.