Pidamos le a Dios que nos envíe su Santo Espíritu, que nos bendiga, pero que nos ponga en nuestra boca palabras de profecía que podamos decir lo que realmente nos está afectando, que podamos denunciar lo malo que sucede en nuestros niños, en nuestras familias, pero ante todo anunciar el Reino de Dios. Que así sea.