Hoy que tenemos la oportunidad, hermanos y hermanas, oremos para que el Señor nos dé a nosotros y a todos los miembros de la Iglesia el deseo y el fervor de una vida más recta, conforme a su voluntad. Y que seamos en el mundo un signo de la verdadera vida que viene de Dios y que el mundo necesita tanto, pues solo e Dios se colman las ansias de justicia y de paz. Que con el salmista digamos: Tú eres, Señor, la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz. Prolonga, pues, tu misericordia con los que te reconocen y tu justicia con los rectos de corazón, pues tú eres, Señor, la fuente de la vida. Amén.