Adviento es camino de preparación para la Navidad. Pero, ¿en qué consiste esa preparación en concreto? ¿Cómo preparar los caminos al Señor que viene a este mundo en que nos ha tocado vivir? Las lecturas de este tercer domingo nos pueden servir de ayuda para comprender como hacer esa preparación.
Alégrense: porque ya estamos cerca para celebrar la navidad.
Hoy, el tercer domingo de Adviento. También se llama domingo de Gaudate: que significa alégrense.
El profeta Isaías anuncia los tiempos mesiánicos. Se venía anunciando de un gran "Ungido", un "Cristo" y "Mesías".
Un Salvador que nos diga dónde está la verdad del hombre y de Dios. Será maestro del consuelo, dará "buenas noticias" a los pobres y a todos los que sufren; sus palabras llegarán al corazón de todos los que esperan.
Esto le llena al profeta de gozo y alegría. Pues bien, también nosotros, todos podemos sentirnos ungidos por nuestro Dios y llenos de gozo en este tiempo de Adviento.
Además, tenemos el mensaje de san Pablo que nos dice, “Vivan siempre alegres”, otras palabras de consuelo. Es por eso que la Iglesia nombra al tercer domingo de Adviento, domingo de alegría. Es una alegría que no depende de la suerte ni de la condición económica, sino del amor infinito de Dios.
Juan el Bautista sirve como ejemplo para nosotros. una de las personas más importantes en la historia de nuestra fe. Plantado en medio del Adviento, el da testimonio de Jesús: “en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen” " (Juan 1,26).
Juan Bautista, la “voz” que prepara a los pueblos para acoger a Jesús, la “luz” del mundo. El objetivo de él no es centrar sobre sí mismo el foco de atención pública; él solo está interesado en llevar a la gente a acoger y a “conocer” a Jesús, “aquel” que el Padre envió con una propuesta de vida definitiva y de libertad plena para todos.
La misión que Dios le encomendó al Bautista fue testimoniar, con su vida y con su palabra, que Jesucristo es el Mesías e Hijo de Dios.
Jesús viene a nosotros cada momento, no como vino en Belén ni como vendrá al final de este mundo, sino en una venida íntima y a la vez comunitaria, reconocible sólo en la fe y en el amor fraterno. La única capaz de colmarnos de gozo y de avivar nuestra esperanza.
El Mesías volverá, y debemos estar preparados. Y la mejor preparación es dejarnos sanar por Jesús que ya vino hace dos mil años y que continúa estando presente en cada uno de nosotros haciendo milagros con su Gracia.
En este Adviento, nos preparemos para la llegada del Señor en la próxima Navidad.
Roguémosle al Señor que nos de la virtud de la paciencia, para que sepamos luchar con perseverancia contra nuestros defectos, y que nos volvamos más comprensivos y pacientes con los demás.