Pidamos a nuestro Padre Dios que nos fortalezca y nos ilumine para experimentar en nuestras vidas y compromisos la presencia salvadora de su Hijo quien fue enviado a nosotros a hacernos partícipes de su proyecto de Vida y Salvación. Amén.
Padre….Señor mío, el poder conocerte en Jesús y poder comunicarme contigo por medio del Espíritu Santo es una gracia que no he sabido aprovechar. Te ofrezco mi libertad, permite que esta oración me lleve a la experiencia de tu amor, y que determine mi vida, mi comportamiento, la forma en que me relacione con los demás. Que mis debilidades no impidan que pueda darte a conocer a los demás. Que tu Palabra penetre hondamente en mi corazón y la trasmita fielmente a todas las personas que pongas en mi camino. Por Jesucristo Nuestro Señor.
“Padre Misericordioso, te pedimos por tu Hijo Jesucristo que derrames tu Santo Espíritu en nuestros corazones, para poder siempre recibir con docilidad el mensaje que nos quieres trasmitir en las Sagradas Escrituras todos los días, y dejar que estas nos transformen en canales de gracia para todos los necesitados de ti mi amado Dios. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Señor Jesus, sabemos que eres bueno y que nos amas incondicionalmente, guíanos, amadísimo Señor Jesus hacia ti por medio de tus preceptos y aléjanos del mal.
Dios, Padre de bondad, siempre fiel, tu nos diste a tu Hijo para salvarnos y para mostrarnos tu amor incondicional. Permítenos experimentar el consuelo de tu amor y confiar siempre en tus promesas. Te lo pedimos por tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Que el Señor Jesús nos ayude como este hombre hacer insistentes para que las maravillas del Señor lleguen a nuestras vidas y a nuestras familias. Dios les acompañe siempre.
Dios, Padre Misericordioso, que durante esta cuaresma tu amor incondicional ablande mi corazón de muchas maneras, para que pueda yo levantarme e ir hacia ti, sabiendo que tú siempre me esperas con los brazos abiertos. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, Tu Hijo amado. Amén.
Dios de la vida, gracias por el momento de compartir en la familia y también en la comunidad. Miramos con su amor y misericordia. Transfórmanos y envíanos para estar y vivir con todos para prepararnos mejor en este tiempo de la cuaresma, amen.
Que la fuerza de tu Espíritu vigorice, Señor, todo nuestro ser para que podamos obtener plenamente la salvación, por medio de amarte sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Ayúdanos Señor a reconocer tu reino aquí en la tierra, que podamos escuchar tu voz y obedecerla. Te pedimos que podamos convertir nuestros corazones de piedra en corazones de carne palpitando por ti a toda hora para que podamos llevar a cabo la misión que nos has encomendado. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor, Amen.
Jesús advierte la obligación que tenemos de cumplir tal cual como está escrita la ley y sus consecuencias para nosotros de no cumplirlas y enseñarlas.
“SENOR JESUS RENUEVA NUESTRO CORAZON QUE SEA UN CORAZON DE ORACION Y DE MUCHO AMOR PARA SER SENSIBLE EN LOS DEMAS TE LO PEDIMOS A TI DIOS NUESTRO Y A NUESTRA MADRE LA VIRGEN MARIA QUE SIEMPRE INTERCEDE POR NOSOTROS AMEN”
Dios del poder y la gloria que por tu mandato Jesús
se encarno en María, danos siempre tu palabra para que encarne en nosotros, y en tu nombre oremos para que cada hijo engendrado sea recibido con alegría y gozo como fue con María, La Iluminada. La Elegida. La Madre de Dios. Amen
No podremos pensar que la conversión será de un día para otro, en efecto la conversión es también un don de Dios, pero cuenta con nuestra voluntad y de ahí que es importante tener presente que la conversión requiere que nosotros nos dispongamos a ella y que seamos pacientes. Tenemos una ventaja es que Dios es paciente con nosotros, el propósito entonces sería que nosotros seamos pacientes con nosotros mismos.
Amadísimo Señor Jesus, con tu infinita misericordia, ayúdanos y fortalécenos en el sufrimiento y las dificultades. Abre nuestro corazón hacia ti y haznos ver, Señor Jesus, que tu estas siempre con nosotros. Amen.
Vivamos nuestra vida, nuestra gracia con nuestras palabras y obras para que todos seamos uno en Cristo. Dios les bendiga, los acompañe este día para gozar estas palabras en sus vidas.
Mis hermanos y hermanas, concluyamos nuestra reflexión con una pequeña oración: Dios, Padre misericordioso y eterno, purifica nuestros corazones de la arrogancia, la soberbia y la envidia. Danos un espíritu de humildad y servicio para que podamos ser discípulos misioneros y servirte con fidelidad en los demás y saber confiar en tu Divina Providencia, sabiendo que todo está en tus manos. Te lo pedimos por tu Hijo, Jesucristo, en el amor del Espíritu Santo. Amén.
Gracias, Señor, por dar a tu Iglesia la figura de San José, el santo de la vida ordinaria. Gracias porque me enseñas que la fe, la obediencia, el silencio y el trabajo, son virtudes que todos podemos alcanzar, con tu gracia y con nuestro esfuerzo. Ayúdanos a que, en medio de las actividades del día, podamos encontrar un momento para unirnos a ti y escuchar cuál es tu voluntad y que a ejemplo de San José, sepamos descubrir cuál es el camino para cumplir lo que nos pides. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Perdónanos de nuestros pecados, maldades y crímenes, Señor. Concede el arrepentimiento y la conversión a todos, pero particularmente al criminal, al terrorista, al traficante, al que planea la guerra, al fabricante de armas, al abusivo, al arrogante, al opresor, al injusto… No te fijes en nuestros pecados y ayúdanos a volver a tu seno misericordioso. A ti que eres bueno sea nuestra alabanza, honra y temor por los siglos de los siglos. ¡Amén!
O Dios, ayúdenos a vivir con nuestros ojos siempre puestos en la meta de la vida eterna que tú nos ha prometido en la santa alianza que nos ha dado y que nos ha mostrado en la transfiguración de Jesucristo nuestro Señor. Amen.
El sabernos amados por Dios nos debe llevar a amar y ser misericordiosos por todas las Personas que nos rodean.
Ir a donde el hermano, aprovechen ahora, buscamos a nuestro hermano, ofrecemos las disculpas, buscar la confesión. Padre santo que seas tu enviando tu Santo Espíritu a nuestra vida para que cada día aprendamos a perdonar y también buscar el perdón de aquellos hermanos que nos han ofendido. Que así sea.
Jesús nos dice también que la Ley de Oro, el tratar “a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes” (Mateo 7:12)
"Escucha de Dios que nos habla, y también escucha de la realidad cotidiana, atención a las personas, a los hechos, porque el Señor está en la puerta de nuestra vida y golpea en muchos modos, pone señales en nuestro camino; está en nosotros la capacidad de verlos. María es la madre de la escucha, escucha atenta de Dios y escucha también atenta de los acontecimientos de la vida".