El destino para muchas mujeres que estaban así: embarazadas antes de tiempo, era la muerte. Por eso José, que la quería a la virgen, hasta ver lo que había pasado y no sabiendo por qué, decide por un lado dejarla, porque no la puede tener y por otro lado, evitarle la condena. En esta situación tan difícil de José, interviene Dios y le dice: “No temas, no tengas miedo, lo que hay en tu mujer viene de Dios. Le pondrás el nombre de Jesús, el salvador.”