Padre celestial que nos honraste al otorgar el derecho a tu Hijo ser nuestro Salvador, porque con su propia Sangre redimió nuestros pecados en la Cruz, danos siempre la claridad de reconocer su presencia e integrarla en nuestras vidas. Te lo pedimos en nombre de Jesús tu Hijo ungido, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amen