Animados por esta riqueza de la Palabra, oremos con las palabras del salmo de hoy: Señor, tú no eres un Dios al que pudiera la maldad agradarle, ni el malvado es tu huésped, ni ante ti puede estar el arrogante. Enséñame hoy a seguir tu ejemplo y darme cuenta de tu presencia entre nosotros. Amén.