Mis hermanos y hermanas, les invito a concluir esta reflexión con una oración: Dios, Padre y Señor nuestro, te pedimos que guiados por los dones de tu Espíritu Santo, nos enseñes a administrar los talentos que nos has dado, para poder glorificar tu Nombre con nuestras obras. No nos hagas olvidar que nunca es tarde para desenterrar y poner a trabajar aquello hemos enterrado por miedo, dolor o pereza. Enséñanos a ser fieles administradores de tu Reino. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.