Mis hermanas y hermanos, les invito a hacer una pequeña oración para concluir con nuestra reflexión: Señor, Jesús, enséñame amar como tú me amas. No permitas que mi egoísmo, mi temor y mi soberbia te estorben. Enséñame a morir, como el grano de trigo, para dar vida a los demás, para amar, y para dar testimonio de que soy tu discípulo. Gracias Señor. Amén.