Mis hermanos y hermanas, concluyamos nuestra reflexión con una pequeña oración: Señor Jesús, nos encomendamos a tu sagrado corazón, manso y humilde, para que podamos aprender de ti. Permítenos crecer en el amor sincero, la piedad santa y el sacrificio sin mancha, para que por tu amor y en tu amor y unidos a tí glorifiquemos a nuestro Padre del Cielo. Amén.