“Me dijo: Estas aguas fluyen hacia el oriente, bajaran hasta el desierto, desembocaran en el mar de las aguas pútridas y lo sanearan. Todos los seres vivos que bullan, allí donde desemboque la corriente tendrán vida, y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas quedara saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente” (Ez 47, 8-9).