Roguémosle al Señor que nos conceda, la gracia de vivir sin hipocresías nuestra fe, para que podamos, en Nombre de Dios, seguir construyendo su Reino entre nosotros avanzando en un camino de coherencia entre nuestra vida y nuestra fe. Amen.
Dios, Padre Misericordioso, te pido que me des un corazón humilde, un corazón dispuesto a obedecer tus mandamientos y a esperar en tus promesas. No permitas, Señor, que me adelante yo a tu plan; a lo que Tú ya tienes preparado para mí. Enséñame a ser paciente y humilde, a reconocer mis dones y talentos, pero también mis errores y limitaciones, para poder amar y servir mejor a los demás. Amén.
“Aceptaría verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos, los de mi raza y de mi sangre, los israelitas, a quienes pertenecen la adopción filial, la gloria, la alianza, la ley, el culto, las promesas. Ellos son descendientes de los patriarcas; y de su raza, según la carne, nació Cristo…” (Rom 5,2-5)
Padre Celestial por tu misericordia, ten piedad de todos los fieles difuntos y no recuerdes sus pecados. Que los podamos ver de nuevo en el gozo de eterno fulgor. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
Padre misericordioso que sea tu luz, que sea tu Santo Espíritu bendiciendo nuestro camino y dando nos la fortaleza para llegar a este tan anhelado camino que es la santidad. Amén.