Padre amado, tú no eres un ser que contemple indiferente la fe de tus hijos, sus deseos sus luchas sus sufrimientos. Tu eres un padre que amas a tus hijos tanto que les enviaste la Palabra, la segunda persona de la Trinidad, que tomando la naturaleza humana murió para redimirnos. Tu eres un padre amoroso que nos llevas a ti mismo por la acción del Espíritu Santo que habita en nuestros corazones. Amén.