Esta renovación es estimulada por el contacto de la Iglesia con el mundo circundante. Este mundo está cambiando y, en nuestros tiempos, cambia con una velocidad desconcertante. No sólo nuevas tecnologías sino nuevos conocimientos y nuevas ideas continúan apareciendo. Nuestras sociedades que cambian rápidamente nos piden que expresemos el núcleo de nuestra fe en nuevas formas.