Señor, Tú me buscaste y Tú me conoces mejor que lo que yo me conozco a mí mismo. Limpia mi corazón de todo vestigio de avaricia y crueldad, y siembra en mí Tu Espíritu generoso, dame la sabiduría para no convertir tus mandamientos en un fin cuando son sólo medios, ni situarme en una posición de flojera que busca evadir el esfuerzo. Te ofrezco que, con tu gracia, viviré una caridad generosa: hacer el bien a los demás, brindar apoyo a los necesitados, en todo lo que me sea posible. Por Jesucristo nuestro Señor. AMEN