Dios, Padre Misericordioso, te pido que me des un corazón humilde, un corazón dispuesto a obedecer tus mandamientos y a esperar en tus promesas. No permitas, Señor, que me adelante yo a tu plan; a lo que Tú ya tienes preparado para mí. Enséñame a ser paciente y humilde, a reconocer mis dones y talentos, pero también mis errores y limitaciones, para poder amar y servir mejor a los demás. Amén.