Señor Jesus, te pido que nos ayudes, así como ayudaste a San Pedro, a superar nuestros defectos con humildad, a que seamos capaces de no dejarnos llevar por los conflictos diarios y nuestros fracasos. Que más bien aprendamos de ellos y tratemos de no cometerlos de nuevo. Que podamos ver nuestras vidas tal y como las ve Jesus y que podamos llevar a cabo la misión que él nos ha encomendado. Amen.